sábado, 29 de febrero de 2020

Magna Hispalense (2)



El Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana
solo ha visto los balcones y las tejas de la Cava.
Solo ve a los saeteros y a las blancas espadañas
El no ha visto nunca el Río ni el barrio de sus entrañas.
Porque mira el cielo azul de esta tierra marinera
que busca en su cara la luz
malas puñadas gitanas quien te clavara en la Cruz.

Yo salgo el Martes Santo de Penitente
Voy detrás de mi Cristo subiendo El Puente.
Como la nieve mi capa es blanca almidona
San Benito con su gente del Barrio de la Calza.
Y mi tierra en Primavera se viste de costalera
de promesa y pasión, nazarenos sevillanos
por los caminos de Dios.

Sevilla tiene una cosa que sólo tiene Sevilla
Luna, sol, flor y mantilla, una risa y una pena,
y la virgen Macarena que también es de Sevilla.
Y tiene además Sevilla un tesoro a cada orilla
La Giralda y sus campanas, la Esperanza de Triana
que también es de Sevilla
Y Sevilla por Tener tiene la gloria en sus manos
 a Jesús del Gran Poder que también es Sevillano.

Que en Sevilla ha que morir, hay que morir
Al llegar la Primavera y Sevilla es toda entera
rosa de puro carmín, hay que morir.
Y al llegar Semana Santa entre claveles y sirios
Sevilla es quien reza y canta, hay que morir.
Y se te enciende las venas al pasar la Macarena
 y por fuerza hay que decir, y es que en Sevilla Señores
 hay que morir.

SEVILLANAS
Cachorro (Cantores de Híspalis, 1995), El Puente Te está esperando (Cantores de Híspalis, 1984), Sevilla tiene una cosa (Los Marismeños, 1978), Que en Sevilla hay que morir (Amigos de Gines, 1980)

Magna Hispalense (1)




Sevilla es extraordinaria tanto que por tener tiene también magnas procesiones marianas, nazarenas y hasta un Santo Entierro Grande; cortejos que siendo de penitencia en los tiempos del fotógrafo ambulante, hoy son motivo de celebración y efeméride.
En cada Magna Hispalense suenan los acordes de diferentes bandas que a un mismo compás ternario marchar parecen con el 3x4 de las sevillanas. Ahí veo a Pareja Obregón, González Serna, Palacios y Toronjo que a cuatro voces cantan Sevilla desde el cielo; allí Albahaca y Los del Guadalquivir, Romeros y Marismeños, Ecos del Rocío, González y Cantores y otros tantos y tantos poetas sevillanos que hicieron y hacen de sus sevillanas Misa y Plegaria de Semana Santa.
Son ellos los auténticos pregoneros del Consejo de Hermandades y Cofradías, aquellos que, salvo excepción y hasta la fecha, el pueblo espera ese Domingo de Pasión para anunciar que empieza su Semana Mayor. Que comience pues su Pregón, no con Amargura por ser Himno de Sevilla y su Semana Santa, que se arranquen por Sevillanas, que la Virgen tiene pena y necesita palmas.

viernes, 28 de febrero de 2020

Andalucía canta de Verde. 28 de Febrero



Mi tierra canta de verde como un coro de Sevilla al Este; por fandangos verdes de jara y romero de Huelva, soleas verdes de olivo y tierra calma de invierno de Córdoba y Jaén, verdiales verdes de Málaga, tarantos verdes de veta de mármol de Almería, y alegrías verdes de barcas en la Caleta de Cádiz.

Andalucía canta de verde como mi Coro y el poeta de la vega verde de Granada: Verde que te quiero Verde

Suena el Silencio (2)



Silencio, Silencio
Una de la madrugada, La noche callada
y chirriar de un portalón, lo abre, Silencio, ya sale.
Capirotes espigaos, de color negro enlutado
cruzarán por la ciudad que espera. Silencio, ya llega
Sevilla, Silencio
Detrás de la Cruz de Guía va toda la Cofradía
con esa forma de andar de siempre.
Silenciosamente llevan a orgullo la herencia
de oración y penitencia, de respeto y de fervor
de Hermano, Silencio Cristiano.
Silencio, Silencio
Entre cirios encendidos, rodeada de gentío
camina la procesión que lleva, Silencio su emblema.
Concepción Virgen María, con San Juan de compañía, son ramitos de azahar tus flores, Silencio, no llores
Sevilla, Silencio
Al alba de la mañana por las calles sevillanas
llevando sobriedad, sencilla, Silencio.
Silencio, Sevilla
y en medio de este silencio solo se escucha el lamento
de la voz de un cantaor, que reza, Silencio, Promesa
Ya viene Jesús llevando su Cruz
que mira hacia el cielo, Silencio, Silencio
Jesús Nazareno
SILENCIO
Cantores de Híspalis (El autobús de la alegría, 1985)

Suena el Silencio (1)




No hay partitura de Sevilla y su Semana Santa sin su Silencio. En cada saeta y marcha, el silencio mantiene el tiempo y marca la entrada o el final deslumbrante en el que viento y percusión al unísono rematan la chicotá.
No hay procesión en Sevilla en la que no suene el silencio. Sin director que lo marque, el silencio aparece de forma espontanea, casi mágica, para anunciar también ese momento sublime en el que el mundo calla. Silencio es el sonido de la espera a que la puerta se abra el Domingo de Ramos y que otra cierre en la Gloria. Silencio es el sonido del tiempo que pasa entre la última llamada y la levantá, también el de ese instante en el que paso queda suspendido en el aire para caer luego sobre el costalero y romper su cuerpo.
Silencio es también el sonido de la llama de un cirio que espera ser encendido, y el de la palma de una mano abierta que busca un caramelo. Silencio es el sonido de una mirada que mata; el de la duda si Nuestra Señora ríe o llora, y cuando descubres que un Cristo te habla. Silencio es el sonido de Sevilla en Semana Santa cuando alguien derrama la primera lágrima.

jueves, 27 de febrero de 2020

Pasión también por Sevilla (2)



La Música de la Semana Santa se escribe con siete notas y palabras: DOgma, REsurrección, MIsericordia, FAvor, SOLedad, LAgrima y SIlencio

Yo quiero ser costalero (2)



Lejano ruido de tambores marcha lento,
un silencioso respirar de multitud,
cientos de pasos van rozando el pavimento,
unos gritos de capataz esa derecha un poco más.

Entrecortada silueta bajo el palio
porque la fe lo va iluminando al pasar
el costalero que encorvado la va llevando
rogando a Dios un poco mas de fuerza que ya se le va.

Costalero si tu fuerza ves fallar,
clama al cielo que allí mirándote esta,
ese hijo de la que meciendo vas sobre tu costal.

Grita fuerte dile que no puedes más,
que tú quieres llevarla hasta su portal,
vuestra madre a la que nunca jamás has de abandonar.

Un sudor frío que le recorre la frente,
un cuello herido por el peso de su amor,
acompañado de los rezos de la gente,
bajo el crujir del armazón una parada se anunció.

Unos faldones que se abren lentamente,
agua le ofrecen a su ardiente devoción,
vuelve a su sitio cansado y sonriente,
tres golpes se dejan caer preparados y a esta es.

Costalero si tu fuerza ves fallar…

LA CANCIÓN DEL COSTALERO
Los del Guadalquivir (Himno a Sevilla, 1992)

Arriba y abajo de los pasos de Sevilla (2)



Los pasos no llevan ruedas
como piensa el forastero.
Cuarenta hombres debajo
que se llaman costaleros.
Costaleros de Sevilla
que a orgullo debes llevar
el costal, las zapatillas
y la faja
reliá
Al tercero de martillo
al cielo vamos con Ella
Pa que los flecos del palio
bailen entre las estrellas.
Costaleros de Sevilla…
Por azules plazoletas
callejuelas y rincones
va sorteando mi Cristo
los faroles y balcones.
Costaleros de Sevilla…
La banda toca amargura
crujen las trabajaderas
en Silencio va Sevilla
Nazarena y costalera
Costaleros de Sevilla…
COSTALEROS DE SEVILLA
Cantores de Híspalis (El carrusel de la alegría, 1983)

De Sevilla y La Saeta (2)





Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los Gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores

¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!

LA SAETA
Antonio Machado (1914), Joan Manuel Serrat (1969)


miércoles, 26 de febrero de 2020

Yo quiero ser costalero




Madre, yo quiero ser costalero, no lo llevo en la sangre sino en el alma. Yo quiero llorar mi pena y sentir sobre mi cuerpo el peso del Nazareno. Yo quiero hacer penitencia sin costal, faja, ni esparto; y que sean mis pies descalzos los que lleven al Cristo desde El Monte de los Olivos hasta El Calvario.
Madre, yo quiero ser costalero, no tengo talla, ni cuerpo; solo la fuerza de mi fe me acompaña. Yo quiero estar a sus pies, debajo de su Cruz, y oír sus palabras hasta que la tierra tiemble con su último aliento. Yo quiero llevarlo al sepulcro después, amortajar su santo cuerpo y esperar junto a Él, la Gloria de Resurrección.
Madre, yo quiero ser costalero, aunque no tenga hermandad ni cofradía. Yo quiero llevar a Nuestra Señora, acompañar a la Virgen y cantar debajo de su palio salves a María. Yo quiero estar cerca de Ella para con mis manos arrancar sus puñales, secar sus lágrimas y mirar los ojos que me miran cada Semana Santa en Sevilla.

martes, 25 de febrero de 2020

Arriba y abajo de los pasos de Sevilla




En los pasos de Sevilla Jesús es Cristo y Nazareno, Pasión y Muerte que cumple sentencia; su Madre, amargura y dolor, puñales que se clavan como clavos en la Cruz. Sea Palio, Cristo o Misterio, tiene su paso arriba sus figuras y ornamentos; debajo, su parihuela, corazón de madera con zancos y trabajaderas, reino de los costaleros.
Carpinteros, orfebres e imagineros hacen del paso retablo sagrado de evangelio, devoción popular, catecismo cofrade que al pópulo asombra; debajo temporeros de la Semana Santa de costal y alpargata, hoy hermanos que al cielo elevan su penitencia.
En la noche y la madrugá faroles y candelarias iluminan canastas y palios. Debajo, no hay más luz que la que irradia la promesa y la oración de 40 almas que rezan a la voz del capataz; 40 luceros y estrellas de un firmamento incombustible que como fuego eterno y sagrado alimenta el cuerpo en cada chicotá.

De Sevilla y La Saeta



Qué tiene Sevilla que todo tiene dos caras, dos formas de ver y ser que como Jano bifronte se dan la espalda; la Sevilla antigua de calles estrechas y la de grandes avenidas; la Sevilla intramuros y la otra allende de la muralla. Tiene Sevilla siempre dos caras, una de oro y otra de plata; una en que la Giralda corona y otra sin sombra, mudas sus campanas.
Dos caras tiene también su Semana Santa: la del exorno y el espectáculo, fenómeno de masas y bulla y la otra la del sentimiento solo o compartido, el de la duda o el convencimiento. Una guarda recelosa sus tradiciones y dice que reza, otra avanza y dicen que canta.
Y aquí una Saeta, muestra de esta dualidad, la del culturalismo crítico que todavía cuestiona el verso machadiano y la otra que hizo de una canción el libro sonoro de reglas de su propia hermandad. ¿Qué tiene la Saeta que tiene un Cristo en la cruz y otro andando sobre las aguas? Dos caras de una sola moneda y un solo sentimiento: Sevilla, siempre Sevilla, y su Semana Santa.

lunes, 24 de febrero de 2020

Pasión también por SEVILLA




El Coro despidió el año de blanco con romances y villancicos de Navidad. Se vistió de verde en el tiempo ordinario y ensayó para vestirse hoy de morado y rojo, de Misericordia y Pasión. Vuelve el Coro a cantar a la Semana Santa; ahora con letras y acordes del evangelio apócrifo según los músicos y poetas de la Sevilla perpetua.
Carga el Coro siete palabras como las siete últimas de Cristo en el Calvario; siete Dolores como los siete puñales que atraviesan el corazón de su Madre; siete pecados capitales por redimir con siete virtudes imposibles; dos veces siete de música y verso para recorrer un Vía Crucis imaginario que desde Pilatos a la Cruz del Campo siga por la Vía Augusta hacia el oriente de la nueva Jerusalén.
Aquí se presenta este Coro, al compás de la Cuaresma y la Semana Santa; voces, guitarras y cajas que rezan por sevillanas y marchas; turba judía y romana que pagada con treinta monedas de plata de buen dinero, buscan entre olivos a Jesús el Nazareno.